Muere lentamente

Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca.
No arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente
quien hace de la televisión su gurú.

Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente
quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente
quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en si mismo.

Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente,
quien pasa los días quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante.

Muere lentamente,
quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto que desconoce
o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor
que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos
una espléndida felicidad.

Poema de Martha Madeiros

Eres Maravilloso- poema de Joost Scharrenberg

A veces me llaman la cigarra;
bichito que siempre sigue cantando
sobre todo cuando hace mucho calor
animándose a sí mismo y al mundo entero

Otras veces me llaman el ave Fénix,
mítico animal volador
que renace de sus cenizas
cuando ya nadie lo espera

También tengo forma de flor
El edelweiss que crece en soledad
en alta montaña cerca del techo del mundo
y casi en contacto con el sol y la luna

La verdad es que tengo miles de formas
vivo en las rocas, en las nubes, en el mar
en los bosques, en el interior de la tierra
en las estrellas y en el aire del amanecer

soy la esencia, soy la energía
de la que están hechas todas las cosas
soy tú, soy ella, soy aquél, soy eso
y nos conocemos desde hace tanto tiempo

te espero con mucha paciencia
para que dejes de tener miedo de ser tú
de ser yo, de ser millones de seres a la vez,
de compartir tu esencia sin más

y te darás cuenta en aquel día
cuando todas las cigarras canten contigo
que tu corazón está lleno de seres mágicos
y que el ser más maravilloso eres tú.

Cierra tus ojos y verás claramente

Cierra tus ojos y verás claramente.
Cesa de escuchar y oirás la verdad.

Permanece en silencio y tu corazón cantará.
No anheles ningún contacto y encontrarás la unión.

Permanece quieto y te mecerá la marea del universo.
Relájate y no necesitarás ninguna fuerza.

Sé paciente y alcanzarás todas las cosas.
Sé humilde y permanecerás entero.

Cuando las cosas anheladas ya no se desean, llegan.
Cuando las cosas temidas ya no se temen, se alejan.

Poema de Lao Tse

La gente que me gusta, poema de Mario Benedetti

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia. A estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía, contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.

Vivir en paz. -Liana Castello

Cuando hablamos de paz, en general tendemos a pensar en la ausencia de guerra. Sin duda que así es, pero vivir en paz no sólo significa que no haya conflictos, también es vivir en armonía con lo que somos y tenemos, con los que nos rodean y en el lugar que estamos.

Vivir en paz es estar tranquilos con nuestra conciencia, sabiendo que damos lo mejor de nosotros, o –al menos- lo intentamos todos los días. La paz, parecería ser el anhelo mundial por excelencia. Es un deseo genuino y por el que todos deberíamos trabajar.

Que cada país viva en paz con el otro, que se terminen las guerras, que el mundo sea uno y no unos contra otros. Nosotros, como individuos, también necesitamos vivir en paz, si así no lo hacemos, mal podremos pretender que el mundo no viva en conflicto permanente.

El mundo somos nosotros, las naciones también. En mayor o menor medida, todos tenemos parte de responsabilidad en lo que ocurre. Si cada uno lograse, primero desde su corazón, luego desde su entorno vivir en paz, cuánto más fácil sería para todos.

Aquí el respeto empieza a tallar con fuerza. Si no respetamos al prójimo y sus derechos, al planeta que no es ni más ni menos que nuestra casa y tampoco nos respetamos a nosotros mismos, no habrá paz posible. Cuando alguien fallece, es el deseo de quienes lo despiden “que en paz descanse”. La frase es por demás conocida y sentida.

Me pregunto ¿no sería bueno acostumbrarnos a decir también “que en paz vivamos”? Es tan importante morir en paz y descansar en los brazos de Dios, como vivir en paz y en armonía con Dios. Hay palabras a las que pareciera le damos real valor en ciertos contextos, diría hasta más impersonales.

Leemos los diarios o vemos los noticieros y nos asusta la guerrilla, las muertes, la violencia, las diferencias casi irreconciliables entre ciertas naciones. Esa paz que los diarios y la televisión nos muestran que es difícil conseguir, también lo es a veces en nuestro pequeño/gran mundo, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro interior. No siempre estamos en paz con nosotros mismos. Jesús dijo “Mi paz os dejo, mi paz os doy”. Démosle el real valor que tiene ese regalo que Dios, a través de su hijo, nos entregó.

No lo desperdiciemos en conflictos inútiles tanto internos, como con los que nos rodean. Vivir en paz es posible, tal vez sólo sea cuestión de aprender a hacerlo, pero se puede y bien vale intentarlo, más allá de cualquier circunstancia. Si comenzamos todos y cada uno desde nuestro pequeño lugar, tal vez llegue el día en el que abrir un diario o ver un noticiero no nos deje un sabor amargo en el alma.

Poema de TECUMSEH

Vive la vida de modo
Que el temor a la muerte
No pueda entrar nunca
En tu corazón.

No importunes a nadie
Acerca de su religión.
Respeta a los demás
Y sus puntos de vista
Y exige de ellos
Que respeten el tuyo.

Ama tu vida, perfecciónala.
Embellece todas las cosas de tu vida.
Trata de prolongar tu vida
Y de hacerla útil para tu pueblo.

Cuando llegue la hora de tu muerte,
No seas como aquéllos cuyos corazones
Están llenos de temor a la muerte
Y que al llegar su momento lloran y rezan.

Para tener un poco más de tiempo,
Para vivir la vida de modo diferente,
Canta tu canción fúnebre
Y muere como un héroe
Que regresa a su casa.

Tecumseh, Jefe de la tribu india de los Shawnee.

Mi Espiritualidad.- Nayum

Mi Espiritualidad se basa en todo cuanto esté colmado de Paz, Amor, Sabiduría y Libertad. La Paz del Manantial iluminado por la Luz del Padre Sol, la Sabiduría que me transmite la Naturaleza y el Amor que me infunden los Animales, los Ríos y los Valles embriagándose de Libertad.

El Amor es mi Religión. La Vida, mi Diosa. No contemplo mayor Adoración que a la Vida y al Amor hacia toda Forma de Vida, ya que Templo de Rezo y Biblioteca de Conocimiento es la Madre Naturaleza. Libros Sagrados, cargados de Vida y de Sabiduría son sus Árboles, y Fuente Inagotable de Riqueza Espiritual son sus Ríos y Manantiales. Los Animales son los Maestros y Guardianes de este Santuario y no existe Doctrina que valga más que la Contemplación y el Silencio. No existe Dogma que pueda suplantar la Libertad de Amar a tu prójimo, sea Humano, Animal, Mineral o Vegetal. No profeso mayor adoración que a la Vida y al Amor hacia toda Forma de Vida. Así es cómo he hallado el Camino del Corazón hacia la Paz Interior.

No me siento solo. El Sol, la Luna y las Estrellas son mi Familia Cósmica. La Tierra, mi Gran-Diosa Madre. El Cielo, mi Gran-Dios Padre. Quienes me miran a los ojos son mis Hermanas y Hermanos y Yo Soy Uno con el Multi-Verso. Me Siento Uno con el Todo. Me Siento Uno con la Humanidad, los Animales y la Naturaleza.

-Nayum al-Masir-
Ig @nayumalmasir

La celebración es incondicional – Por Osho

«Para mí, la vida en su totalidad es buena. Y cuando entiendes la vida en su totalidad, sólo entonces puedes celebrar; no de otra manera. Celebración significa: cualquier cosa que suceda es irrelevante – yo celebraré. La celebración no es condicional de ciertas cosas: «Cuando sea feliz entonces celebraré,» o, «cuando sea infeliz no celebraré.»

La celebración es incondicional; yo celebro la vida.

Trae infelicidad -está bien, la celebro. Trae felicidad -está bien, la celebro. La celebración es mi actitud, incondicional a lo que traiga la vida. Pero un problema se presenta porque siempre que utilizo palabras, esas palabras tienen connotaciones en tu mente. Cuando digo «Celebra», tú piensas que uno tiene que estar feliz. ¿Cómo puede uno celebrar cuando está triste? No estoy diciendo que uno tiene que estar feliz para celebrar. La celebración es gratitud hacia cualquier cosa que la vida te dé. Cualquier cosa que Dios te dé, la celebración es gratitud; es agradecimiento«.

Para celebrarlo sólo se necesita la vida

No hay ninguna necesidad de aplazar la celebración. Inmediata­mente, en este mismo instante, puedes celebrarlo. No necesitas nada más. Para celebrarlo sólo se necesita la vida… y a la vida ya la tienes. Para celebrarlo sólo es necesario el ser… y al ser ya lo tienes. Para celebrarlo son necesarios los árboles y los pájaros y las estrellas… y están aquí. ¿Qué más necesitas? ¿Necesitas ser coronado y encerrado en un palacio de oro para celebrarlo? En realidad, entonces no sería posible. ¿Has visto alguna vez a un emperador riendo y bailando y cantando por las calles? No. Está atrapado, es un prisionero, la etiqueta, los modales…

En algún lugar Bertrand Russell ha escrito que cuando por primera vez visitó una comunidad de primitivos aborígenes que vivía en la espesura de unas montañas, se sintió muy celoso; muy, muy celoso. Sintió que la forma en que ellos bailaban… era como si todos fueran emperadores. No tenían coronas, pero habían confeccionado coronas con hojas y flores. Cada mujer era una reina. No tenían un Koohinoor, pero lo que tenían era mucho más; les era suficiente. Bailaron toda la noche y entonces cayeron dormidos allí mismo, en el sitio en que habían bailado. Por la mañana volvieron de nuevo a trabajar. Trabajaron durante todo el día y otra vez, por la noche, estaban preparados para celebrar, para bailar. Russel dice, «Ese día, sentí verdaderos celos. Yo no puedo hacerlo».

Algo ha ido mal. En ti hay frustración. No puedes bailar, no puedes cantar. Algo en tu interior te lo impide. Vives una vida mutilada. Para ti nunca ha sido importante que estuvieras paralizado, pero vives una vida de incapacidad, vives como un inválido. Y continúas pensando que eres vulgar… entonces ¿cómo vas a celebrar? No hay nada especial en ti. ¿Pero quién te dijo que para celebrar es necesario algo especial? En realidad, cuanto más busques lo especial, más y más difícil te será bailar.

Sé normal. No hay nada de malo en lo corriente, porque en tu normalidad, eres extraordinario. No te preocupes por las condiciones para decidir cuándo has de celebrar. Si te preocupas por satisfacer determinadas condiciones, ¿acaso piensas que entonces celebrarás? Nunca celebrarás; morirás como un mendigo. ¿Por qué no celebras ahora mismo? ¿De qué careces? Ésta es mi observación: si eres capaz de empezar ahora mismo, de inmediato la energía empezará a fluir. Y cuanto más bailes, más fluirá y te sentirás más capaz de celebrar.

El ego necesita condiciones que satisfacer; la vida no. Los pájaros pueden cantar y bailar; los pájaros son vulgares. ¿Has visto alguna vez a pájaros extraordinarios cantando y bailando? ¿Acaso piden ser primero un Raví Shankar o un Yehudi Mehudhin? ¿Necesitan primero ser grandes cantores y acudir a academias de música para aprender y empezar entonces a cantar? Simplemente danzan y simplemente cantan; no necesitan ninguna preparación.

El hombre ha nacido con la capacidad de celebrar. Cuando incluso los pájaros son capaces de celebrar, ¿por qué no tú? Pero creas barreras innecesarias, creas una carrera de obstáculos. No hay barreras. Eres tú el que las pone y entonces dices, «A menos que las traspasemos y las saltemos, ¿cómo vamos a bailar?». Luchas contigo mismo, te mantienes dividido contra ti mismo, eres el enemigo de ti mismo. Y todos aquellos que predican en el mundo, insisten en decirte que eres corriente y que por tanto ¿cómo vas a atreverte a celebrar? Has de esperar. Primero has de ser un Buda, primero has de ser un Jesús, un Mahoma y entonces podrás.

Pero el caso es justamente el opuesto. Si eres capaz de bailar, entonces eres ya un Buda. Si eres capaz de celebrar, entonces eres ya un Mahoma. Si eres capaz de ser dichoso, entonces ya eres un Jesús. Lo contrario no es cierto, lo contrario es una falsa lógica. Dice: primero sé un Buda y entonces podrás celebrar. Pero ¿cómo podrás ser un Buda sin celebrar? Y yo te digo, «¡Celebra y olvídate de todos los Budas!». En tu celebración descubrirás que te has convertido en un Buda. Los místicos Zen insisten, «El Buda es la barrera; olvídalo».

Osho

El árbol de las preocupaciones.

Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa, para ver cómo estaban quedando las obras.

Al final de la jornada, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de mala suerte, el coche también se negó a funcionar así que el empresario se ofreció para llevarle a casa.

El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y preocupado por todos los contratiempos que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta, se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas durante unos minutos.

Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, este le preguntó:

¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enojado y preocupado y después de tocarlo eras otro hombre ¿es un árbol mágico?

– Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día antes.

Revolución del Alma.

Nadie es dueño de tu felicidad, por eso no entregues tu alegría, tu paz, tu vida en manos de nadie, absolutamente nadie. Somos libres, no pertenecemos a nadie y no podemos querer ser dueños de los deseos, de la voluntad o de los sueños de quien quiera que sea.

La razón de tu vida eres tu mismo. Tu paz interior es tu meta de vida, cuando sientes un vacío en el alma, cuando piensas que aun te falta algo, incluso teniendo todo, vuelve tu pensamiento a tus deseos más íntimos y busca la divinidad que existe en ti.

No coloques el objetivo demasiado lejos de tus manos, abraza los que están a tu alcance hoy. Busca en tu interior la respuesta para calmarte, tú eres reflejo de lo que piensas diariamente.

Deja de pensar mal de ti mismo, y se tu mejor amigo siempre. Sonreír significa aprobar, aceptar, felicitar. Con una sonrisa en el rostro las personas tendrán la mejor impresión de ti.

Trabaja, trabaja mucho a tu favor. Deja de esperar la felicidad sin esfuerzos. Critica menos, trabaja más. Y, no te olvides nunca de agradecer. Agradece todo lo que está en tu vida en este momento, incluso el dolor.

La grandeza no consiste en recibir honras, sino en merecerlas.