Mi Espiritualidad se basa en todo cuanto esté colmado de Paz, Amor, Sabiduría y Libertad. La Paz del Manantial iluminado por la Luz del Padre Sol, la Sabiduría que me transmite la Naturaleza y el Amor que me infunden los Animales, los Ríos y los Valles embriagándose de Libertad.
El Amor es mi Religión. La Vida, mi Diosa. No contemplo mayor Adoración que a la Vida y al Amor hacia toda Forma de Vida, ya que Templo de Rezo y Biblioteca de Conocimiento es la Madre Naturaleza. Libros Sagrados, cargados de Vida y de Sabiduría son sus Árboles, y Fuente Inagotable de Riqueza Espiritual son sus Ríos y Manantiales. Los Animales son los Maestros y Guardianes de este Santuario y no existe Doctrina que valga más que la Contemplación y el Silencio. No existe Dogma que pueda suplantar la Libertad de Amar a tu prójimo, sea Humano, Animal, Mineral o Vegetal. No profeso mayor adoración que a la Vida y al Amor hacia toda Forma de Vida. Así es cómo he hallado el Camino del Corazón hacia la Paz Interior.
No me siento solo. El Sol, la Luna y las Estrellas son mi Familia Cósmica. La Tierra, mi Gran-Diosa Madre. El Cielo, mi Gran-Dios Padre. Quienes me miran a los ojos son mis Hermanas y Hermanos y Yo Soy Uno con el Multi-Verso. Me Siento Uno con el Todo. Me Siento Uno con la Humanidad, los Animales y la Naturaleza.
Quiero que me oigas, sin juzgarme. Quiero que opines, sin aconsejarme. Quiero que confíes en mi, sin exigirme. Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi.
Quiero que me cuides, sin anularme. Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi. Quiero que me abraces, sin asfixiarme. Quiero que me animes, sin empujarme. Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras. Quiero que te acerques, sin invadirme. Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy, hoy puedes contar conmigo. Sin condiciones.
«Para mí, la vida en su totalidad es buena. Y cuando entiendes la vida en su totalidad, sólo entonces puedes celebrar; no de otra manera. Celebración significa: cualquier cosa que suceda es irrelevante – yo celebraré. La celebración no es condicional de ciertas cosas: «Cuando sea feliz entonces celebraré,» o, «cuando sea infeliz no celebraré.»
La celebración es incondicional; yo celebro la vida.
Trae infelicidad -está bien, la celebro. Trae felicidad -está bien, la celebro. La celebración es mi actitud, incondicional a lo que traiga la vida. Pero un problema se presenta porque siempre que utilizo palabras, esas palabras tienen connotaciones en tu mente. Cuando digo «Celebra», tú piensas que uno tiene que estar feliz. ¿Cómo puede uno celebrar cuando está triste? No estoy diciendo que uno tiene que estar feliz para celebrar. La celebración es gratitud hacia cualquier cosa que la vida te dé. Cualquier cosa que Dios te dé, la celebración es gratitud; es agradecimiento«.
Para celebrarlo sólo se necesita la vida
No hay ninguna necesidad de aplazar la celebración. Inmediatamente, en este mismo instante, puedes celebrarlo. No necesitas nada más. Para celebrarlo sólo se necesita la vida… y a la vida ya la tienes. Para celebrarlo sólo es necesario el ser… y al ser ya lo tienes. Para celebrarlo son necesarios los árboles y los pájaros y las estrellas… y están aquí. ¿Qué más necesitas? ¿Necesitas ser coronado y encerrado en un palacio de oro para celebrarlo? En realidad, entonces no sería posible. ¿Has visto alguna vez a un emperador riendo y bailando y cantando por las calles? No. Está atrapado, es un prisionero, la etiqueta, los modales…
En algún lugar Bertrand Russell ha escrito que cuando por primera vez visitó una comunidad de primitivos aborígenes que vivía en la espesura de unas montañas, se sintió muy celoso; muy, muy celoso. Sintió que la forma en que ellos bailaban… era como si todos fueran emperadores. No tenían coronas, pero habían confeccionado coronas con hojas y flores. Cada mujer era una reina. No tenían un Koohinoor, pero lo que tenían era mucho más; les era suficiente. Bailaron toda la noche y entonces cayeron dormidos allí mismo, en el sitio en que habían bailado. Por la mañana volvieron de nuevo a trabajar. Trabajaron durante todo el día y otra vez, por la noche, estaban preparados para celebrar, para bailar. Russel dice, «Ese día, sentí verdaderos celos. Yo no puedo hacerlo».
Algo ha ido mal. En ti hay frustración. No puedes bailar, no puedes cantar. Algo en tu interior te lo impide. Vives una vida mutilada. Para ti nunca ha sido importante que estuvieras paralizado, pero vives una vida de incapacidad, vives como un inválido. Y continúas pensando que eres vulgar… entonces ¿cómo vas a celebrar? No hay nada especial en ti. ¿Pero quién te dijo que para celebrar es necesario algo especial? En realidad, cuanto más busques lo especial, más y más difícil te será bailar.
Sé normal. No hay nada de malo en lo corriente, porque en tu normalidad, eres extraordinario. No te preocupes por las condiciones para decidir cuándo has de celebrar. Si te preocupas por satisfacer determinadas condiciones, ¿acaso piensas que entonces celebrarás? Nunca celebrarás; morirás como un mendigo. ¿Por qué no celebras ahora mismo? ¿De qué careces? Ésta es mi observación: si eres capaz de empezar ahora mismo, de inmediato la energía empezará a fluir. Y cuanto más bailes, más fluirá y te sentirás más capaz de celebrar.
El ego necesita condiciones que satisfacer; la vida no. Los pájaros pueden cantar y bailar; los pájaros son vulgares. ¿Has visto alguna vez a pájaros extraordinarios cantando y bailando? ¿Acaso piden ser primero un Raví Shankar o un Yehudi Mehudhin? ¿Necesitan primero ser grandes cantores y acudir a academias de música para aprender y empezar entonces a cantar? Simplemente danzan y simplemente cantan; no necesitan ninguna preparación.
El hombre ha nacido con la capacidad de celebrar. Cuando incluso los pájaros son capaces de celebrar, ¿por qué no tú? Pero creas barreras innecesarias, creas una carrera de obstáculos. No hay barreras. Eres tú el que las pone y entonces dices, «A menos que las traspasemos y las saltemos, ¿cómo vamos a bailar?». Luchas contigo mismo, te mantienes dividido contra ti mismo, eres el enemigo de ti mismo. Y todos aquellos que predican en el mundo, insisten en decirte que eres corriente y que por tanto ¿cómo vas a atreverte a celebrar? Has de esperar. Primero has de ser un Buda, primero has de ser un Jesús, un Mahoma y entonces podrás.
Pero el caso es justamente el opuesto. Si eres capaz de bailar, entonces eres ya un Buda. Si eres capaz de celebrar, entonces eres ya un Mahoma. Si eres capaz de ser dichoso, entonces ya eres un Jesús. Lo contrario no es cierto, lo contrario es una falsa lógica. Dice: primero sé un Buda y entonces podrás celebrar. Pero ¿cómo podrás ser un Buda sin celebrar? Y yo te digo, «¡Celebra y olvídate de todos los Budas!». En tu celebración descubrirás que te has convertido en un Buda. Los místicos Zen insisten, «El Buda es la barrera; olvídalo».
No te rindas, aún estás a tiempo De alcanzar y comenzar de nuevo, Aceptar tus sombras, Enterrar tus miedos, Liberar el lastre, Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso, Continuar el viaje, Perseguir tus sueños, Destrabar el tiempo, Correr los escombros, Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se esconda, Y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo Porque lo has querido y porque te quiero Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, Quitar los cerrojos, Abandonar las murallas que te protegieron, Vivir la vida y aceptar el reto, Recuperar la risa, Ensayar un canto, Bajar la guardia y extender las manos Desplegar las alas E intentar de nuevo, Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se ponga y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma, Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo, Porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo, porque yo te quiero.
No te deseo un regalo cualquiera, te deseo aquello que la mayoría no tiene, te deseo tiempo, para reír y divertirte, si lo usas adecuadamente podrás obtener de él lo que quieras.
Te deseo tiempo para tu quehacer y tu pensar no solo para ti mismo sino también para dedicárselo a los demás. Te deseo tiempo no para apurarte y andar con prisas sino para que siempre estés contenta/o.
Te deseo tiempo, no solo para que transcurra, sino para que te quede: tiempo para asombrarte y tiempo para tener confianza y no solo para que lo veas en el reloj.
Te deseo tiempo para que toques las estrellas y tiempo para crecer, para madurar. Para ser tú. Te deseo tiempo, para tener esperanza otra vez y para amar, no tiene sentido añorar.
Te deseo tiempo para que te encuentres contigo mismo, para vivir cada día, cada hora, cada minuto como un regalo. También te deseo tiempo para perdonar y aceptar. Te deseo de corazón que tengas tiempo, tiempo para la vida y para tu vida.
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.